Un día un dedo te dibuja en la espalda una constelación de lunares y te besa los miedos de todo lo que un día fue.Y tu mundo se detiene. El universo deja de girar a tu al rededor para girar dentro de tu estómago. Te sientes invencible y nada salvo ese dedo te puede tocar y te sientes desfallecer. Te retuerces, gritas en un silencio estremecedor y sufres porque cualquier distancia que no sea a centímetros la notas insalvable. Hasta que ese dedo se fusiona con tus cicatrices y te recompones. Te vuelves de nuevo esa única pieza de tu propio puzzle.
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